En Chile, más de 11.000 establecimientos educacionales operan con financiamiento público, gestionados por más de 5.000 sostenedores. Esta estructura compleja, que moviliza más de USD 9 mil millones anuales, no cuenta con mecanismos eficaces que orienten y retroalimenten el uso pedagógico y financiero de estos recursos. La única instancia de revisión ocurre durante fiscalizaciones presenciales, que muchas veces llegan tarde y sólo detectan errores ya cometidos.
En 2023, más de $46 mil millones fueron observados como gastos no aceptados. Este panorama revela no sólo errores en la rendición, sino también la ausencia de herramientas que permitan a los equipos sostenedores aprender, anticiparse y mejorar su gestión en tiempo real.
La Superintendencia de Educación plantea un nuevo enfoque: pasar del control sancionador a una retroalimentación predictiva, automatizada y útil. El desafío es desarrollar una solución tecnológica que integre datos de distintas plataformas y entregue análisis en línea, recomendaciones, alertas y comparaciones con pares, todo desde una interfaz sencilla y amigable para el usuario. Esta herramienta debe ayudar a tomar decisiones informadas, mejorar la planificación, y promover una cultura de mejora continua y eficiencia en la gestión escolar.
La solución que surja de este desafío puede cambiar la manera en que se administra la educación pública en Chile, convirtiendo los datos en un insumo estratégico para fortalecer el vínculo entre gestión, transparencia y calidad educativa.
“El 50% de los sostenedores rinde sólo al final del año y un 11% no evalúa el impacto del gasto en los aprendizajes.”
“En 2023 se detectaron $46.200 millones en gastos no aceptados.”
“Los sostenedores quieren herramientas que les permitan anticiparse y compararse con pares.”
Ausencia de retroalimentación oportuna y útil para orientar el buen uso de recursos públicos en educación.
Crear una plataforma digital que entregue retroalimentación automatizada y predictiva a sostenedores educativos.
Etapa 1: $40MM (5 proyectos) – Etapa 2: $90MM (3 proyectos) – Etapa 3: $70MM (1 proyecto)
Diseño de indicadores clave
5
10 meses
$40.000.000
En esta primera etapa, el foco estará en identificar, diseñar y validar indicadores clave que permitan evaluar el uso eficiente de los recursos públicos en el sistema escolar. Estos indicadores deberán ser relevantes, comprensibles y útiles para directivos, sostenedores y funcionarios técnicos, facilitando la toma de decisiones basada en datos.
Se espera que los equipos propongan una arquitectura inicial para una plataforma digital que permita visualizar esta información de manera clara y accesible. El prototipo debe considerar interoperabilidad con fuentes existentes, posibilidad de personalización y una experiencia de usuario pensada para un uso cotidiano, no técnico.
Esta fase también servirá para levantar requerimientos desde los propios sostenedores y preparar el terreno para un despliegue práctico en contextos reales.
La segunda etapa lleva el desarrollo desde el diseño a la acción. Los equipos seleccionados deberán implementar sus plataformas en un número reducido pero diverso de sostenedores reales, permitiendo evaluar su desempeño frente a datos auténticos, flujos administrativos reales y necesidades del día a día.
Se medirá la utilidad de las alertas, la claridad de las recomendaciones y la capacidad del sistema para integrarse a procesos ya existentes. También se evaluará la usabilidad desde la perspectiva del usuario final: sostenedores, unidades de control, equipos financieros y otros.
Esta etapa será clave para realizar ajustes de fondo: refinar algoritmos, mejorar visualizaciones, optimizar los tiempos de respuesta y garantizar la pertinencia de las recomendaciones. El objetivo: una herramienta útil y utilizada.
Validación en contexto real
3
8 meses
90.000.000
Escalamiento y operación funcional
1
6 meses
70.000.000
La tercera etapa busca consolidar la solución como una herramienta funcional, escalable y robusta al servicio de la gestión pública educativa. La plataforma deberá estar plenamente operativa, con capacidad de atender a múltiples sostenedores de forma simultánea, con retroalimentación automatizada, reportes personalizables y análisis comparativo entre pares.
Además de consolidar la infraestructura tecnológica, esta fase incluirá procesos de capacitación, documentación, soporte y monitoreo de uso. Se validará el impacto de la solución en la gestión institucional: cómo ha cambiado la forma de tomar decisiones, prevenir observaciones o mejorar la eficiencia del gasto.
El objetivo final es que los datos dejen de ser un requisito burocrático y se conviertan en un insumo cotidiano para una gestión más estratégica, transparente y orientada a mejorar la calidad educativa.